No parece dejar huella de sí
y sí cavó rendijas en mi pecho
el aire:
suspiró en los rincones
del alma de la carne
con deslumbrantes relampagueos,
corpúsculos de sombra
Y toques de queda
que desenvuelve,
que viene arrastrando
desde abismos
del cielo
el aire, sí.
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